La imagen constituye una nueva figuración de la Trinidad. El artista ha pintado un altar, bajo cuya mesa podemos observar un esqueleto con una leyenda que advierte sobre la caducidad de la vida. En la parte superior, una sólida construcción humanista donde se encuentran plasmados con asombroso realismo el ladrillo, el enlucido, los mármoles y el estuco, compone el techo de una capilla. Dos columnas con capiteles jónicos sostienen un arco, detrás del cual aparece una bóveda de cañón, adornada con casetones, marcando la perspectiva respecto del arco situado en el fondo.
En el centro de este espacio de ambiente virtual se encuentra representado el Cristo crucificado. El Dios Padre, guarda su espalda en la figura de un anciano vigoroso de pie sobre una ménsula. Entre las cabezas de Padre e Hijo, completa la Sagrada Trinidad una paloma que representa el Espíritu Santo.
Delante de la cruz, a la derecha del suelo de la capilla, está representada la figura de la Virgen, que mira directamente el espectador, y a la izquierda, la de San Juan. En el escalón de acceso al santuario pintado sobre la mesa del altar -que acentúa la ilusión tridimensional del cuadro-encontramos arrodillados de perfil a un hombre, a la derecha, y una mujer a la izquierda: los personajes que encargaron la obra en actitud de oración.
La rigurosa perspectiva delimita espacios concretos, en los que sobresalen con volúmenes inmóviles los edificios y las figuras. La línea horizontal, muy baja y manifiesta en el altar, realza la altura de la capilla.
Un haz de líneas que forman ángulos agudos desde el punto de origen, constituye la estructura geométrica que sostiene la construcción y encuadra los escorzos de la ménsula y los capiteles. En el esquema de la composición, planteada sobre un conjunto de figuras planas regulares, predominan las formas triangulares, símbolo de la Trinidad. Cuatro triángulos regulares con el vértice hacia arriba enlazan las figuras humanas a las divinas, en tanto el crucifijo está contenido en un triángulo con el vértice hacia abajo.
Masaccio ha puesto en el estudio del color el movimiento rítmico de los espacios, y los tonos suaves acentúan el silencio que rodea el misterio de la Trinidad. Desde el gris sombrío y vibrante de rosa de la capilla, emergen las figuras de lo divino, el color blanco de la paloma y el cuerpo claro desnudo.
El fresco de La Trinidad, realizado entre 1426 y 1428, está considerado una de las últimas piezas de Masac-cio, que murió en 1428 a la edad de 27 años. La obra mide 667 x 317 cm y se encuentra en la iglesia de Santa María Novella, en Florencia.
La Trinidad
Fuente: Historiadelarte.us
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